El síndrome postvacacional o “post-vacation blues”, es un estado alterado de nuestro humor debido a los bruscos y repentinos cambios que sufrimos durante las vacaciones y que repercuten de muchas maneras al volver a la rutina de cada día. Vamos a conocer un poco más de este mal que nos aqueja en estos días.
Una de las épocas más esperadas del año son las ansiadas vacaciones de verano. Esos días en los que poder desconectar de la rutina diaria y que suponen una recompensa al esfuerzo del día a día, la presión laboral, el estrés, los logros y fracasos. Durante semanas planificamos con detalle nuestro viaje y fantaseamos con vivir una experiencia completamente diferente a la inercia o la esclavitud del despertador. Las vacaciones tienen una enorme influencia en nuestro bienestar (Sabine Sonnentag, 2010)
En una competición de felicidad y de consumo de experiencias imaginarias, la frustración estará servida.
Sin embargo, la realidad es que tantos cambios en tan poco tiempo, la autoexigencia que nos imponemos
para aprovechar los pocos días que tenemos, el estrés de los viajes, querer presumir de unas vacaciones únicas, pueden hacer de estas merecidas vacaciones una experiencia agotadora.
Hoy en día, el negocio vinculado al turismo nos promete siempre ese lugar idílico y utópico del que no regresar jamás mediante excitantes fotografías o anuncios de playas esmeralda y gente despreocupada pasándoselo en grande, exactamente lo opuesto a nuestra rutina diaria. Si a esto le sumamos que las redes sociales mediatizan nuestras experiencias convirtiéndolas no ya en un relato fantasioso que contar en nuestro trabajo o a nuestros amigos, sino que son una prueba de su veracidad, entonces, la presión para convertir un periodo de descanso en una competición de felicidad y de consumo de experiencias imaginarias, la frustración estará servida.
Existen otros factores que pueden afectarnos enormemente ya que, en vacaciones tenemos una tendencia a alterar desordenada y significativamente nuestras rutinas, desde los periodos de descanso -acostándonos más tarde, tomando unas largas y placenteras siestas-, hasta los hábitos de alimentación o
aumento de consumo de alcohol. También cambian nuestras dinámicas sociales, pasar más tiempo con nuestra pareja o en familia puede afectar de muchas formas a nuestra relación. En definitiva, todos estos cambios repentinos y una brusca vuelta a la normalidad pueden ser causa de un desajuste que tienen una repercusión en nuestro marco mental. En el mejor de los casos, solo pensar que no volveremos a disfrutar hasta dentro de un año ya nos puede provocar una desafección hacia nuestra rutina diaria.
Y ahora toca volver….
Después del veraneo llega el tan temido regreso. Muchas personas experimentan una gran cantidad de sensaciones angustiosas. Los primeros días cuesta conciliar el sueño con normalidad y, paralelamente, nos sentimos agotados. También estamos irritados y poco motivados con las tareas que debemos afrontar, incapaces de concentrarnos como solíamos hacer con facilidad pocas semanas antes y no somos capaces de tomar decisiones con normalidad (Magnavita, 2017). Nos cuesta organizar las primeras semanas, y los problemas que habíamos aparcado y casi olvidado se tornan casi imposibles de manejar. Además, podemos sentir una profunda tristeza que achacamos o bien a una nostalgia desmedida.
De todos modos, podemos sentirnos tranquilos, en la mayoría de los casos, estas alteraciones desaparecen a los pocos días. Aunque, en ocasiones, estos problemas pueden prolongarse en el tiempo, por lo que sería recomendable prestar atención a nuestras emociones.
…Tener una personalidad flexible, con capacidad para adaptarse a los cambios…y un trabajo y rutina que te gusten te protege de padecer el síndrome o depresión pos-vacacional.
¿Por qué a mí?
Existen multitud de factores que intervienen. Desde la frustración que podamos sentir por tener unas expectativas demasiado altas o vivir unas vacaciones estresantes debido discusiones con nuestros acompañantes, problemas en los viajes, etc. También, nuestra personalidad puede influir. Tener capacidad para adaptarse a los cambios, nos ayudará a vivir la transición de un periodo de desorden a otro mucho más organizado con mayor facilidad. Tener una personalidad más ansiosa, por el contrario nos hará más propensos a tener un humor alterado. Si, además, hemos cometido todo tipo de excesos y alterado significativamente nuestra rutina de sueño, alimentación o de ingesta de alcohol, la vuelta a la normalidad será más complicada. Al contrario, tener un trabajo y rutina que que te guste o un ambiente laboral agradable y familiar, como podrás imaginar, te protegen de padecer el síndrome post-vacacionial
¿Qué podemos hacer?
PREVENIR:
- Volviendo un par de días antes a nuestro hogar.
- Retomando rutinas horarias y alimenticias.
- Hablando con algún compañero de trabajo que ya haya vuelto de las vacaciones. (Evita hablar con ese compañero/a ‘agonías’ o tocar temas importantes, mantenlo superficial)
Si ya es demasiado tarde, no has tomado precauciones y sientes el vértigo, la angustia, insomnio, mal humor, entonces, tómatelo con calma y sigue alguno de estos CONSEJOS:
- Plantéate los objetivos para el nuevo año de una manera serena y organizada. Planea las tareas como siempre lo has hecho, resuelve las tareas pendientes de una en una y encuentra satisfacción en la resolución.
- Gestiona tus emociones. Ser consciente de que la situación es transitoria y que se debe principalmente a un periodo de desorden o estrés diferente nos permitirá tomar la nueva situación con sosiego y calma.
- Habla con la gente, déjate de redes. Puede ser un buen momento para reconectar con la rutina y la gente del día a día. Baja a la tierra y retoma el contacto cara a cara con tus familiares o amigos.
- Dedícate tu tiempo. Márcate una rutina de horario y alimentación saludable, pasea por tu pueblo o ciudad, trata de aprovechar el tiempo de ocio para liberar estrés.
En resumen, La transición de un periodo de descanso y libertad a la estructura habitual de trabajo puede
provocar una serie de sentimientos incómodos y dificultades adaptativas. Aceptar que el síndrome postvacacional puede ser una parte natural del proceso de reentrada y abordarlo con calma y preparación puede ayudar a suavizar la transición y a enfrentar los desafíos de manera más efectiva. Lo desajustes emocionales que se vinculan al síndrome postvacacional son comunes y, en la mayoría de los casos, temporales. Sin embargo, para mitigar su impacto, es útil implementar estrategias de adaptación como regresar con tiempo a casa, retomar rutinas saludables y comunicarse abiertamente con colegas y
seres queridos. Al cuidar nuestro bienestar emocional y físico durante esta fase, podemos convertir el regreso a la rutina en una oportunidad para reintegrarnos de forma equilibrada y positiva.
Sí los síntomas permanecen más allá de las primeras semanas o crees que necesitas ayuda para superarlos, recuerda que la terapia psicológica es la mejor opción para ayudarte con estos temas.
Magnavita, E. L., et al. (2016). Post-vacation blues: A study of the psychological efects of returning to work after a vacation. Journal of Occupational Health Psychology, 21(3), 265-272.
Sonnentag, S., et al. (2010). The Importance of Detachment from Work during Vacation: EJects on Well-being. Journal of Applied Psychology, 95(5), 977-986.
TOMÁS BENITO